domingo, 3 de noviembre de 2013

Para que esta situación no ocurra en nuestras universidades públicas y privadas, se debe contar con el presupuesto adecuado.

En el laboratorio de Química Analítica, apenas se oye el chasquido del roce entre pipetas y tubos de ensayo. Sobre el mesón hay frascos con líquidos multicolores.


Imagen tomaada de Internet

Los pasos que debían seguir estos 20 estudiantes de Química Farmacéutica de la Universidad de Guayaquil estaban en el pizarrón: una fórmula que copaba todo el espacio y que para cualquiera sería indescifrable, menos para ellos.

El profesor de la asignatura (químico Vicente Noblecilla) los dirigía en un proyecto de investigación formativa. El fin: comprobar si determinado medicamento cumple con la composición química descrita en su etiqueta.

Pero para este análisis no tienen equipos de última tecnología. Hay unas viejas estufas, y de una pared sobresalen tres bombas de vidrio remendadas que almacenan agua burbujeante para los experimentos. "Es un bidestilador de agua", explica Noblecilla. "Es tan viejo como yo, debe tener 40 años".

La falta de equipos para la investigación es una de las camisas de fuerza de la Universidad de Guayaquil. Esta anomalía fue detectada por el Consejo de Educación Superior (CES) y fue una de las causas de su intervención. Aunque para sus alumnos y docentes es una situación cotidiana.

Elizabeth Larrea, miembro del CES, asegura que la carencia en investigación es un mal que aqueja a la educación superior en América Latina. "Estudios afirman que la región tiene tres décadas de atraso en el desarrollo del conocimiento". Y da un ejemplo: "Mientras el mundo avanza en Biotecnología, nuestros países recién incursionan en ella desde los años 80".

Para reducir esa brecha, la U. de Guayaquil plantea ajustes. Uno de ellos es fijar el 6% de su presupuesto, es decir, unos USD 9 millones al año, para proyectos de investigación, becas de preparación y publicaciones en revistas científicas.

Wilson Pozo, director de investigación de la universidad, calcula que con ese monto superarán las 64 publicaciones científicas que tienen hasta ahora. La meta es llega a 450 publicaciones, y para ello tienen el apoyo de 16 investigadores extranjeros. El próximo año ­llegarán otros ocho.

También plantearon al Gobierno construir un Parque Tecnológico, que en una primera fase demandaría USD 113 millones. Se levantarían 10 centros de biotecnología, farmacología, tecnología de la información, ambiente, vivienda, nanotecnología y otros.

Su plataforma serán 10 hectáreas que la universidad tiene junto a las avenidas Francisco de Orellana y Juan Tanca Marengo, en el norte de la ciudad. En la fase inicial proyectan que aquí se formarán 70 investigadores PhD.

Adicionalmente, rediseñarán su campus. Pozo explica que requieren USD 700 millones para reestructurar la ciudadela universitaria, que con el tiempo quedó pequeña. "La universidad fue diseñada para 15 000 alumnos, hoy tiene casi 80 000. La meta es crear una Universidad del Milenio".

Como impulso a la investigación, la U. de Guayaquil también espera superar la escasez de docentes con doctorados. De los 3 500 maestros, solo siete tiene un PhD y 655 hicieron maestrías.

José Apolo Pineda, rector encargado, explica que en un par de años esa cifra dará un giro. Por ahora, 75 docentes se preparan fuera del país. La institución les financia doctorados en Cuba (a un costo promedio de USD 7 000) y en España (USD 10 000).

Para Enrique Santos, también parte del CES, la falta de dinero no justifica el retraso en investigación de esta institución emblemática de Guayaquil, que dio sus primeros pasos en 1867 como la Junta Universitaria del Guayas.

Explica que en los últimos cuatro años este centro de estudios no usó USD 67 millones de su presupuesto. "Ese dinero regresó al Estado, pero pudo servir para aplicar alzas de sueldo hace dos años, no ahora; se pudo haber empezado un plan de investigación agresivo o construir laboratorios".

Para sus autoridades, obtener el balance en investigación tomará tiempo. Solo el Parque Tecnológico tomaría forma en cinco años.

 Por ahora, en la Facultad de Ciencias Químicas, los alumnos aprenden con los equipos que tienen al alcance. En la clase del profesor Néstor Andrade, una de las primeras de la carrera, no funciona una centrífuga. Y en un rincón hay dos reliquias de balanzas con pesas, en cajas de madera carcomida.

Las faltas presupuestarias

Para este año, la universidad recibió USD 171 millones, pero hay quejas de una mala distribución. A grandes rasgos, según el CES, se destinó el 65% a gastos administrativos y el restante a docencia.

En los listados de personal publicados en el portal web de la universidad aparecen estas anomalías. Por ejemplo, un guardia gana USD 2 100 al mes, un conserje hasta USD 1. 800 con horas extra y un chofer hasta USD 1. 600.

Esto, versus la nómina de remuneraciones de docentes: un profesor a tiempo parcial ganaba desde USD 600 mensuales y USD 1.700 para maestros a tiempo completo.

En octubre, antes de la intervención, el Consejo Universitario aprobó un alza. Ahora un maestro auxiliar (grado 13 del escalafón) ganará USD 1. 600 y un principal (grado 19) hasta USD 2. 900.

La Contraloría dio alertas

Un examen de la Contraloría al presupuesto del 2010 detectó anomalías. El organismo concluyó que no cuadraban las cifras que la institución generó por autogestión, es decir, por el cobro de 24 rubros que el Consejo Universitario aprobó (tasas, matrículas, especies y otros).

Consta que la institución recaudó USD 20. 963. 000, en ese año, desglosados en: 130. 106 especies, 130. 127 matrículas −de quienes perdieron la gratuidad por reprobar−, y 130 100 tasas.

Sin embargo, al solicitar la información al Centro de Cómputo como parte de la auditoría, esta oficina reportó USD 22. 286. 000, mayor a la cifra del presupuesto. Y la Dirección Financiera dio otra: USD 21. 635. 000. Los cobros se ­hicieron bajo 382 rubros y no bajo los 24 aprobados por el Consejo

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