Numerosos
medicamentos que se emplean en diversas indicaciones clínicas como la
depresión, psicosis, Parkinson, espasmos musculares, alergia, hipersecreción
ácida, náuseas y vómitos, alteraciones de la motilidad intestinal, vejiga
hiperactiva y EPOC presentan actividad anticolinérgica asociada. Se da la
circunstancia de que los ancianos presentan una alta probabilidad de exposición
a estos medicamentos por su alto número de comorbilidades y su condición de
polimedicados.
La
amplia distribución de los receptores muscarínicos en el Sistema Nervioso
Central y
en el resto del organismo explica la gran variedad de efectos
adversos de estos medicamentos tanto a nivel periférico (estreñimiento,
sequedad oral y ocular, taquicardia y retención urinaria) como central
(agitación, confusión, delirio, caídas, alucinaciones y alteraciones
cognitivas). Así, dado su potencial de efectos adversos en una población tan
vulnerable como son los ancianos, estos medicamentos ya han sido identificados
entre los prioritarios a la hora de acometer programas de deprescripción en
estos pacientes, además de motivar la emisión de recomendaciones para minimizar sus efectos adversos. Seguir leyendo
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