La prescripción de medicamentos
opioides es preocupante en Estados Unidos, tanto así, que un reciente informe del CDC (Centers for Disease Control and Prevention) recoge
un análisis de los opioides prescritos en ese país. Su uso
alcanzó el máximo en 2010 y luego disminuyó cada año hasta 2015. A pesar de las
reducciones de algunas regiones, la cantidad de opioides prescritos sigue
siendo aproximadamente tres veces mayor que en 1999. Este incremento de
las prescripciones fue en paralelo con muertes e ingresos por sobredosis por
opiáceos.
El aumento se debió
principalmente a un incremento en el uso de opioides para tratar el dolor
crónico no canceroso. Hasta entonces, los opioides se habían reservado
principalmente para el dolor agudo severo, el dolor posquirúrgico y los
cuidados paliativos. Este cambio en la práctica de la prescripción aumentó la
cantidad de opioides prescritos, básicamente por tres razones: el uso para el
dolor no crónico aumentó el número de recetas; el uso para tratar las
enfermedades crónicas aumentó la duración media del tratamiento y, en tercer
lugar, porque las dosis medias de prescripción de opioides tienden a ser más
altas para los pacientes que reciben opioides durante largos períodos de
tiempo.
De
2006 a 2015, la duración media de las prescripciones de opioides aumentó en un
tercio (de 13,3 a 17,7 días). Los nuevos datos sugieren que un menor número de
pacientes inicia el uso de opioides recetados, mientras que los pacientes que
ya toman opioides pueden estar utilizándolos a largo plazo. Tomar opioides
durante períodos más largos aumenta el riesgo de trastorno por uso de opioides,
sobredosis y muerte. Según un estudio basado en datos
administrativos de 2000 a 2005, los pacientes con dolor crónico no relacionado
con cáncer que tomaron opioides durante más de 90 días, incluso a dosis bajas,
tuvieron mayor probabilidad de desarrollar trastorno por uso de opioides en
comparación con aquellos que no recibieron opioides (OR=14.92; IC95% 10.38-21.46).
Entre
las conclusiones del informe, se señala que los médicos deberían sopesar
cuidadosamente los beneficios y riesgos al prescribir opioides fuera de los
cuidados paliativos, seguir recomendaciones basadas en evidencia como la Guía del CDC
para Prescribir Opiáceos para Dolor Crónico, y considerar la terapia
no opioide para el tratamiento del dolor crónico; que los cambios en la
prescripción de opioides pueden salvar vidas; y que los resultados de este
informe demuestran que son posibles cambios sustanciales.
Se
ha propuesto utilizar como medida de
consumo de opioides, la dosis equivalente en morfina (MME), ya que
la interpretación de las DHD en dolor crónico no canceroso puede ser
limitada. Con esta limitación y salvando las diferencias (EEUU tiene un
consumo más elevado en DHD) el consumo de opioides está aumentando y el
problema podría extenderse.
Los datos
publicados en España también indican un incremento importante del consumo de opioides,
con un incremento del 83.59% en el periodo 2008 a 2015, y no se observa un
punto de inflexión.
En Castilla
y León el consumo de opioides presenta un comportamiento similar al global
de España y al de otras comunidades (Navarra, País Vasco, Cataluña).
El uso de opioides en la Comunidad
Valenciana (CV), también ha sido motivo de análisis y revisión. El
fentanilo y el tapentadol fueron los opioides que más incrementaron el consumo
en el periodo 2008-2014. Entre los fentanilos, los de liberación rápida
incrementaron su uso un 352%. Además, el 51.3% de ellos estaba siendo utilizado
para indicaciones no aprobadas en ficha técnica.
Fuente del texto e imagen: http://www.hemosleido.es/
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