Los tratamientos para el cáncer prostático tienen un significativo impacto en la potencia sexual masculina, dejando a un alto porcentaje de los hombres sin capacidad para llevar una vida sexual normal, según demuestra una reciente investigación.
Las conclusiones, basadas en un estudio de más de 1.000 pacientes tratados de cáncer de próstata en diversos establecimientos médicos, indica que la probabilidad de un hombre de alcanzar adecuadas erecciones luego de un tratamiento de cáncer prostático, varía considerablemente dependiendo de distintas variables individuales, incluyendo la edad, extensión del cáncer, y la calidad de la vida sexual antes del tratamiento.
En general, menos de la mitad de los hombres que reportaron tener una buena función sexual antes del cáncer, lograron restablecerla al cabo de dos años del tratamiento. Pero las posibilidades de la recuperación sexual variaron mucho. Después de dos años, algunos hombres tenían menos del 10 % de oportunidad de alcanzar erecciones adecuadas en el post-tratamiento, mientras que otros tenían un 70 % o más, de lograr una relativa normalidad en la vida sexual.
Los resultados no son alentadores, pero al menos por primera vez se ofrece a los pacientes un modelo más personalizado para predecir la recuperación sexual después del tratamiento. Expertos oncólogos señalaron que la data, publicada en “The American Medical Association (AMA)”, se requirió con urgencia para convencer a los hombres de recibir determinados tipos de tratamientos, que a menudo crean expectativas irrealizables. Así, muchos pacientes han reportado sentirse conmocionados y deprimidos cuando no pueden recuperar una vida sexual normal, luego del tratamiento.
“Creo que es importante la transparencia acerca de los pro y contra de la realidad”, expresó el Dr. Martin G. Sanda, autor principal de la investigación y codirector del programa de cáncer de próstata en el Centro Dana-Farber/Harvard para el Cáncer. “En relación a cualquiera de los tratamientos para el cáncer prostático, sería engañoso informar al paciente que tiene entre un 95 y 100 % de oportunidad de recuperación sexual. Es más fácil para la pareja enfrentar la realidad de esta manera, y no cuando tienen expectativas sobrevaluadas o la suposición de que no habrá problemas de esta índole”.
El estudio evaluó las funciones sexuales de pacientes masculinos en nueve centros médico-académicos, que habían sido sometidos a alguno de estos tres tratamientos para el cáncer prostático: remoción quirúrgica de la próstata; terapia de radiación; o brachyoterapia, que utiliza implantes radioactivos.
En promedio, sólo el 35 % de los hombres del grupo de los operados, fueron capaces de mantener relaciones sexuales dos años después del tratamiento.
Para el grupo de los radiados, la cifra fue de 37 %. Y para el grupo de la brachyoterapia, fue de 43 %.
En razón de que los hombres no fueron asignados aleatoriamente a un tratamiento específico, la data no puede demostrar si un tratamiento es mejor que otro. Por ejemplo, quienes optan por la brachyoterapia suelen ser más jóvenes y saludables que quienes se someten a la radioterapia, por lo que los resultados no son comparables.
Sin embargo, los investigadores lograron determinar cuáles variables eran más importantes para predecir la condición de la función eréctil, después del tratamiento.
En los tres grupos evaluados, la calidad de la función eréctil antes del tratamiento —determinada a través de un cuestionario sobre la vida sexual— ayudaba a predecir la recuperación sexual. Entre los pacientes quirúrgicos, la edad de la persona, y el resultado del examen del antígeno prostático, así como el grado de afectación sensible de la operación, también contribuyeron a predecir las oportunidades de reasumir una vida sexual normal. Entre los hombres que fueron sometidos al tratamiento de radiación, aquéllos que no recibieron terapia hormonal estuvieron en mejor condición para restablecer la función eréctil, dos años después del tratamiento. Y entre los pacientes de brachyoterapia, la menor edad y el menor peso corporal ayudaron a predecir una mejor recuperación, en comparación con pacientes mayores u obesos.
Uno de los límites del estudio fue que sólo se hizo seguimiento a los pacientes durante dos años. Los hombres que se someten a la radioterapia y la brachyoterapia, pueden experimentar un declive de la función eréctil por dos o más años, luego del tratamiento; mientras que los operados pueden experimentar mejoramiento. El Dr. Sanda considera que la data permitirá a los doctores el asumir un enfoque más personalizado en el trato con los pacientes, y en particular en la apreciación de los riesgos de un determinado tratamiento, o en los consejos respectivos sobre los beneficios de fármacos y otras terapias que puedan mejorar la función eréctil.
“En líneas generales, gran parte de lo que nosotros los médicos hemos venido recomendando a los pacientes, se basa en resultados de promedios genéricos”, señala el Dr. Sanda. “El presente estudio crea una métrica más concreta en relación a lo que los pacientes pueden esperar”.
Fuente: The New York Times
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