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Actualmente, Andalucía,
Aragón, Navarra y Canarias cuentan con leyes aprobadas en este sentido.
Mientras, País Vasco, Galicia y Baleares planean su tramitación.
El texto de Baleares ha sido
analizado en profundidad por Profesionales por la Ética. Se trata de una
iniciativa del PSOE respaldada por el PP que, de momento, cuenta con el visto
bueno para iniciar su trámite parlamentario. En opinión de esta asociación, se
han realizado mejoras en el texto. Por ejemplo, y como ocurría en el caso
francés, el borrador incluía también el derecho a la sedación terminal, algo
que puede suponer una «eutanasia encubierta». Finalmente, explican, la sedación
sólo se aplicará en la agonía de los pacientes, «cuando la necesiten y esté
indicada». Sin embargo, y como explica la doctora María Alonso, portavoz de
Vida Digna de Profesionales por la Ética, el borrador incluye el «derecho al
rechazo de intervenciones», sin dejar claro a qué tratamientos se refiere:
¿hablamos de cuidados ordinarios o extraordinarios? «Si este punto no se
aclara, podría ser legal retirar la hidratación y nutrición del paciente, lo que
supondría claramente una eutanasia», asegura Alonso. El problema, añade, es que
en el texto no se diferencia entre la limitación de medidas de soporte vital
–como la hidratación y nutrición–, que podrían provocar una muerte intencionada
por omisión de cuidados básicos, de las medidas «desproporcionadas», que el
profesional debe evitar para no incurrir en el llamado encarnizamiento
terapéutico. Por ello, sí sería ético, explica la doctora, retirar el
respirador a un paciente en coma que no ha respondido a un tratamiento en un
tiempo que los médicos consideren adecuado. Y del mismo modo, también es
«lícito» retirarle la hidratación y nutrición a un enfermo en fase de agonía
–aquel que «puede fallecer en 24 o 48 horas»–.
Álvaro Gándara, presidente de
la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), afirma a este diario que
este derecho al rechazo del tratamiento ya viene recogido en la Ley de Autonomía
del Paciente, de 2002. «Es algo que está aprobado y no me parece ningún
disparate. Se contempla y se hace: en fase de agonía, se retiran la hidratación
y nutrición del paciente, informándolo a él o a los familiares. Poner una sonda
gasográstica en estos casos supone un encarnizamiento», opina. De hecho, la
Secpal fue consultada al respecto y terminó dando su visto bueno al texto
balear después de que se retirara el «derecho a la sedación».
Y es que, en opinión de
Gándara, éste constituye uno de los principales problemas de estas leyes. «El
derecho a la sedación no tiene sentido. No es un derecho: es una práctica
quirúrgica determinada. Si no está indicada, no se puede exigir», señala. «La
sedación, como cualquier otra técnica, requiere unas dosis proporcionadas. Y si
se hace mal, ya no es una sedación: es eutanasia», añade.
En este punto coinciden
también Profesionales por la Ética. La tendencia actual es incluir la sedación
paliativa como un derecho. Así ocurre en Andalucía, Aragón y Canarias. En la mayoría
de casos, es para aquellos pacientes en fase terminal o de agonía «si el dolor
es refractario al tratamiento específico». La consideración de «derecho» para
la sedación puede dar pie a complicaciones. «El médico es el que mejor conoce
las cartas y el que debe comunicar al paciente las opciones para que elija»,
explica Alonso. Y el hecho de otorgar poder al paciente por encima del
profesional puede provocar que «el médico actúe inhibiéndose y abandonando al
paciente». «Todos los médicos tenemos claro que no se puede llevar a cabo un
encarnizamiento. No necesitamos de leyes, derechos y deberes, sino un diálogo
con el paciente y fomentar una buena humanización de la medicina», añade. Así,
Álvaro Gándara cree que una ley «debe recoger una buena atención paliativa y la
lex artis, lo que hay que hacer en una determinada situación de acuerdo a lo
que recogen la ciencia y la práctica médica habitual».
Fuente: Larazón.es
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