¡Qué color a bosque tiene la
farmacia!
De cada raíz salió la esencia a
perfumar la paz del boticario, se machacaron sales que producen prodigiosos
ungüentos, la seca solfatara molió, molió, molió el azufre en su molino y
aquí está junto con la resina del copal fabuloso: todo se hizo cápsula,
polvo, partícula impalpable,
preservador principio.
En el fondo de su farmacia vive el alquimista antiguo, sus anteojos encima de una multiplicada nariz, su prestigio en los frascos, rodeado por nombres misteriosos: la nuez vómica, el álcali, el sulfato, la goma de las islas, el almizcle, el ruibarbo, la infernal belladona y el arcangelical bicarbonato.
Luego las vitaminas invadieron
con sus abecedarios sabios anaqueles. De la tierra, del humus, de los hongos,
brotaron los bastones de la penicilina. De cada víscera fallecida volaron
como abejas las hormonas y ocuparon su sitio en la farmacia.
A medida que en el laboratorio
combatiendo la muerte avanza la
bandera de la vida, se registra un movimiento en el aroma de la vieja
farmacia: los lentos bálsamos del pasado dejan sitio a la instantánea caja de
inyecciones y concentra una cápsula la nueva velocidad en la carrera del hombre con la muerte.
Farmacia, qué sagrado olor a
bosque y a conocimiento sale de tus estanterías, qué diversa
profundidad de aromas y regiones: la miel de una madera, el purísimo polvo de
una rosa o el luto de un veneno.
Todo en tu ámbito claro, en tu
universidad de frascos y cajones, espera la hora de la batalla en nuestro
cuerpo.
Farmacia, iglesia de los
desesperados, con un pequeño Dios en cada píldora: a menudo eres demasiado
cara, el precio de un remedio cierra
tus claras puertas y los pobres con la boca apretada vuelven al cuarto oscuro
del enfermo, que llegue un día gratis de farmacia, que no sigas vendiendo la esperanza, y que sean victorias de la vida, de toda vida humana contra la
poderosa muerte, tus victorias.
Y así serán mejores tus
laureles, serán más olorosos los sulfatos, más azul el azul de metileno y más
dulce la paz de la quinina.
Pablo Neruda
En este día tan señalado, primero de diciembre de 2014, AVEDEFAR felicita a todos los Farmacéuticos. A los Farmacéuticos de
ayer, a los de hoy, a los de mañana, a los de siempre. Aquellos que hacen de la
vida y salud de la población, el deber primordial de su existencia. Para ellos,
el eterno agradecimiento por su labor desinteresada.
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domingo, 30 de noviembre de 2014
ODA A LA FARMACIA (PABLO NERUDA)
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