La hipertensión arterial esencial es
considerada como la principal causa de muerte por la OMS. La cuarta parte de la
población mayor de 15 años es hipertensa, lo que representa aproximadamente un
billón de personas, que tendrán un importante aumento en el año 2025, cercano
al 60%. Su prevalencia aumenta en proporción lineal con el aumento de edad. Es
responsable del 62% de los accidentes vasculares cerebrales y del 48% de los
infartos del miocardio. En tal sentido, una reducción de tan solo 2 mmHg de
presión arterial, disminuye en aproximadamente un 7% el accidente vascular
cerebral y en un 5% el infarto agudo del miocardio, por lo que si estas
reducciones se proyectaran a la población general, se traducen en beneficios
importantes.
Desafortunadamente, los niveles de
detección, tratamiento y control efectivo de la hipertensión arterial, son
deficientes a nivel de Chile y del mundo, por lo que es aún un problema de
salud pública no resuelto y que necesita urgente atención.
Su aparición es la consecuencia de factores
genéticos y principalmente de estilos de vida inadecuados, que inducen
alteraciones neurohormonales de gran complejidad, responsables de inflamación y
estrés oxidativo que producen lentos y progresivos cambios estructurales y
funcionales llamados remodelación cardiovascular, caracterizada por disfunción
endotelial, fenómenos de rarefacción capilar, hipertrofia arteriolar,
progresiva rigidez de grandes arterias, fibrosis, apoptosis e hipertrofias
miocárdicas.
La reciente Encuesta Nacional
Ministerial de Salud 2009-2010 de Chile, que abarcó a más de 5000 personas
mayores de 15 años, reveló una prevalencia de hipertensión arterial nacional de
un 26,9%, con un 65% de conocimiento de su existencia, 37,6% en tratamiento y
sólo un 16,49% de control satisfactorio, mostrando en los hombres niveles
significativamente deficientes de 55,15% diagnosticados; 25,78% en tratamiento
y sólo 8,71% con control satisfactorio. Además, dicha encuesta revela
marcadores de estilos de vida poco saludables, que permiten comprender la
pandemia nacional de hipertensión arterial, a través de la existencia de
múltiples factores de riesgo para ella, como son: elevadísimos niveles de
sobrepeso y obesidad, sedentarismo, tabaquismo, ingesta exagerada de alcohol,
consumo excesivo de sal (9,8%), deficiente ingesta de frutas y verduras (sólo
un 15% presenta una ingesta recomendada de 5 porciones diarias) y déficit en
aporte diario de potasio (2,7 gramos), correspondiendo los valores
recomendables de consumo de potasio de 4,7 gramos.
En esta revisión nos focalizamos
especialmente en la importancia de la relación sodio-potasio en la regulación
de la presión arterial, llamando extremadamente la atención que todos los
estudios destacan la importancia que tiene el sodio en la génesis de la
hipertensión arterial por sus efectos presores, particularmente en sujetos
sensibles, y poco o nada se manifieste de las variadas acciones benéficas que
posee el potasio en la regulación de la presión arterial.
Relación sodio-potasio
Esta imagen no pertenece al artículo original. Fue tomada de Internet |
El sodio, principal catión
extracelular, ha sido siempre considerado esencial en la aparición y mantención
de la hipertensión arterial. Numerosos estudios observacionales,
intervencionales y experimentales en animales y humanos, lo han demostrado
categóricamente1,2. Su contraparte, el potasio, principal catión
intracelular, ha sido subestimado en la patogenia de la hipertensión arterial.
Sin embargo, numerosas evidencias recientes indican que el déficit de potasio
tiene un rol crítico en la hipertensión arterial y en sus trastornos
estructurales3,4. Examinaremos la importancia de la interdependencia
del sodio y el potasio en sus efectos estructurales y metabólicos. El análisis
de las acciones aisladas de estos cationes no reflejan la trascendencia desus
efectos recíprocos.
Balance del potasio
Como se mencionó, el potasio es el
principal catión intracelular, donde alcanza concentraciones cercanas a 150
mEq/L, presentando una concentración en el plasma entre 3,5 a 5 mEq/L. Por lo
tanto, la cantidad de K+ en el líquido extracelular es de entre 30 a 70 m
Eql/L, representando un 2% del potasio corporal total (2.500 a 4.500 mEq). El
cociente de la concentración de potasio entre el intra y extra celular es de
38:1, que se mantiene gracias al potencial de membrana en reposo y resulta
esencial para la normalidad de la función neuromuscular. La bomba basolateral
de ATPasa de Na+ y K+ transporta activamente al K+ al interior de la célula y
al Na+ fuera de ella, en una proporción de 2:3, y la difusión pasiva del K+
hacia afuera es el factor cuantitativamente más importante para generar el
potencial de membrana en reposo.
La actividad electrógena de la bomba
de ATPasa de Na+ y K+ se puede estimular aumentando la concentración de Na+
intracelular y se puede inhibir cuando se induce intoxicación digitálica o en
presencia de enfermedades crónicas, como la insuficiencia cardíaca o renal.
Recordemos que la bomba ATPasa de Na+ y K+ tiene la capacidad de unirse a la
uabaina endógena (UE), sustancia de efecto digitálico, y por lo tanto inhibidor
de dicha bomba. Se ha observado que dicha sustancia se encuentra elevada en un
45% de los pacientes con hipertensión arterial. La relación de la UE con el
balance de sodio es complejo, así en normotensos se suprime la elevación de UE
generada por la elevada ingesta de sal, evitando el efecto presor. En
hipertensos con elevada UE con ingesta normal de sodio, se observa que tienen
hipertensión arterial por una inadecuada modulación de la síntesis de UE o
falla en su depuración5. En los pacientes hipertensos con elevación
de la UE se produce un aumento significativo del tono arteriolar. Seguir leyendo...
Fuente:Medwave
Autores: Luis Hernán Zárate Méndez, Alex Valenzuela Montero
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