Las coenzimas Q o ubiquinonas son un grupo de coenzimas formadas por una quinona biológicamente activa, una cadena lateral de isoprenos, y una estructura química similar a la de las vitaminas E y K. La coenzima Q fue descubierta por el profesor Fred L. Crane y colegas del Instituto Enzimático de la Universidad de Wisconsin-Madison. Su estructura química fue dilucidada en 1958 por el Dr. D. E. Wolf y un grupo de investigación de los Laboratorios Merck conducido por el Dr. Karl Folkers.
La coenzima Q10 fue descubierta en 1957 por el Doctor Fred Crane de la Universidad de Wisconsin, quien en un principio no considero su descubrimiento de gran importancia hasta que poco a poco fue transcendiendo su influencia en el buen funcionamiento de todas las células de nuestro organismo.
El investigador británico R.A. Morton, llamó ubiquinona a la coenzima Q10 al comprobar su existencia en todas partes en donde hay vida. Ahora se sabe que es una quinona integrante del grupo de compuestos orgánicos cíclicos y forma parte integral las membranas de las mitocondrias, donde realiza su tarea principal que consiste en la producción del 95 % de la energía total (ATP), la molécula de energía básica de las células.
Se sabe que la concentración de contenido de coenzima Q10 no es uniforme en nuestro cuerpo y que hay células de ciertos órganos que la contienen en mayor cantidad que otras. Por ejemplo, el corazón y el hígado contienen una concentración relativamente mayor que el resto de los órganos.
Propiedades químicas
Los diversos tipos de coenzimas Q pueden diferenciarse por el número de isoprenos que posee su cadena lateral. En la naturaleza se encuentran organismos con 6 unidades de isopreno (Saccharomyces cerevisiae), 8 (Escherichia coli) o 9 (Caenorhabditis elegans), o una combinación de 9 y 10 (Mus musculus). La forma de CoQ más común en humanos es la CoQ10, aunque también se pueden encontrar pequeñas trazas de Q9.
Esta molécula se denomina también ubiquinona ya que es producida por prácticamente todos los organismos con metabolismo respiratorio. En las células, al ser un lípido, se encuentra distribuido en todas las membranas celulares llevando a cabo diversas funciones relacionadas con su capacidad redox, es decir, la capacidad de alternar una forma oxidada (quinona) con una forma reducida (quinol).
Entre sus funciones destacamos un papel transportador de electrones de la cadena de transporte electrónico en la membrana interna mitocondrial, desde el complejo I (NADH-reductasa) o el complejo II (succinato deshidrogenasa), hasta el complejo III (coenzima Q - citocromo c reductasa). Además, también participa como receptor de electrones de la acil-coenzima A deshidrogenasa implicada en la (beta-oxidación de ácidos grasos) y de la dihidroorotato deshidrogenasa, enzima implicada en la (síntesis de nucleótidos).
También se ha demostrado su implicación en la actividad de enzimas desacoplantes y en la apertura del poro mitocondrial y, por tanto, la regulación de la apoptosis. En otras membranas muestra una función antioxidante, ya sea de forma directa contra la formación de lipoperóxidos o de forma indirecta a través del reciclado de otros antioxidantes lipídicos como la vitamina E, o hidrosolubles como la vitamina C o ácido ascórbico.
La coenzima Q10 es un catalizador vital muy importante en la producción de la energía que las células necesitan para subsistir. Si se rompe la cadena de energía celular, no habrá energía, y por lo tanto tampoco habrá vida. Es producida naturalmente por todas las células del cuerpo y es necesaria para la producción de ATP, el "combustible" de las células de todos los seres vivientes. Para que nuestro cuerpo pueda producir energía, se requiere de una complicada cadena de procesos bioquímicos. Dentro de esta cadena, uno de los químicos más importantes, es la coenzima Q10.
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