El número de bebés nacidos con un síndrome de
abstinencia a las drogas llamado síndrome de abstinencia neonatal se triplicó
entre 2000 y 2009, saltando a más de 13,000, según un estudio que aparece en la
edición del 30 de abril de la revista Journal of the American Medical
Association.
Al mismo tiempo, el uso de analgésicos recetados
como oxicodona (OxyContin) de las madres se quintuplicó, anotaron los
investigadores.
"Esto se está convirtiendo en un gran problema
que afecta a los recién nacidos a una tasa alarmante y creciente", señaló el autor del estudio, el
Dr. Stephen W. Patrick, miembro de la división de medicina neonatal y perinatal
de la Universidad de Michigan en Ann Arbor.
Los bebés que sufren de síndrome de abstinencia
neonatal tienden a ser irritables, a tener un tono muscular más elevado
(hipertonía), temblores, intolerancia a ser alimentados, convulsiones y
dificultades para respirar. También son más propensos que otros a nacer con
peso bajo. Aunque otras drogas pueden llevar al síndrome de abstinencia
neonatal, los analgésicos recetados son la causa usual, señaló el estudio.
El síndrome fue más común entre los bebés nacidos
en áreas pobres y cubiertos por Medicaid, apuntaron los investigadores.
Para el estudio, los investigadores observaron
datos nacionales de las altas hospitalarias de los años 2000, 2003, 2006 y
2009.
En 2009, hallaron que 13,539 recién nacidos
nacieron con síndrome de abstinencia neonatal. La tasa se triplicó, de 1.20 por
mil nacimientos en el hospital en 2000 a 3.39 por mil nacimientos en el
hospital.
Alrededor del 16 por ciento de las adolescentes
embarazadas y 7 por ciento de las mujeres embarazadas de 18 a 25 años usan
drogas ilícitas, según la información citada en el informe. Mientras que se
estableció uso de opiáceos en 1.19 de cada mil nacimientos en el hospital en
2000, esto se implicó en 5.63 por cada mil nacimientos en el hospital en 2009,
halló el estudio.
La estadía hospitalaria de los recién nacidos
expuestos a las drogas duró en promedio 16 días, y el costo aumentó en 35 por
ciento, de 39,400 dólares en 2000 a 53,400 dólares en 2009.
La parte financiera provee "un incentivo
añadido para fomentar programas a nivel estatal que eviten que esto
suceda", dijo Patrick. "También debemos pensar sobre cómo
podemos cuidar a estos bebés que pasan por la abstinencia, minimizar sus
síntomas y lograr que vayan a casa más rápidamente", añadió.
La publicación del artículo en la revista coincidió
con su presentación el lunes en la reunión anual de las Sociedades Académicas
de Pediatría (Pediatric Academic Societies) en Boston.
La Dra. Marie J. Hayes, profesora de la Universidad
de Maine en Orono y coautora de un editorial acompañante en la revista, apuntó
que hay mucha presión por hallar formas de tratar y atender a estos bebés. "No
solo se trata de una epidemia que sigue creciendo, sino que el tratamiento no
está bien desarrollado, y los bebés sufren mucho", lamentó. "También
podría haber consecuencias a largo plazo para el desarrollo del cerebro".
Advirtió que los opiáceos son altamente adictivos. "Una
vez son dependientes, las personas siguen siendo dependientes durante mucho
tiempo. Es difícil de tratar", comentó. "Las madres son el
ambiente del bebé, así que si deseamos proteger al bebé, tenemos que pasar por
la madre".
Otro experto planteó que el estudio habla de la
prevalencia del abuso de los fármacos recetados y la necesidad de prevención.
Christopher Sturiano, profesor asistente de salud
pública del Colegio Médico Weill Cornell, y director administrativo del Centro
Midtown para el Tratamiento y la Investigación en la ciudad de Nueva York,
comentó que con frecuencia atiende a las madres durante su periodo postparto.
Pero "debemos identificar e intentar prevenir esto antes o durante el
embarazo, y no después", enfatizó.
Hay opciones. "Podemos personalizar
terapias de reemplazo de los opiáceos para las mujeres embarazadas, y proteger
al bebé", señaló Sturiano.